dilluns, 3 d’abril del 2017

Serguir a Johan

Hace poco más de un año (el 24 de marzo de 2016, un jueves Santo) que Johan Cruyff nos dejó víctima de un cáncer de pulmón. Johan ha sido, es y será siempre una de las figuras más grandes de la historia del fútbol. Probablemente, la persona más importante del fútbol moderno. Y aún es más grande su magnitud si hablamos del Ajax y del Barça. A día de hoy no hay nadie que se atreva a discutir la dimensión universal del holandés (y si lo hay no se atreve a manifestarlo públicamente). Hace unos años había discrepancias y disidencias sobre la importancia de Cruyff en el mundo y entorno barcelonista. De hecho, sin ir más lejos, el actual presidente del Fútbol Club Barcelona no estaba de acuerdo con la continuidad del legado “cruyffista” hace unos ocho años; sin embargo, el pasado 25 de marzo, en el acto organizado por la entidad azulgrana para homenajear a Cruyff, Josep Maria Bartomeu ensalzaba, con acierto, la figura más importante de la historia del club que él preside (con el permiso de Hans Gamper y Kubala). La figura de Johan nunca ha sido cómoda, incluso aún no lo es, y esto, también forma parte de la grandeza del personaje. Un personaje contracultural por la sencilla razón de que pensó, dijo e hizo lo que le dio la gana. Nunca tuvo que arrastrar ningún lastre, no estuvo en deuda con nadie y esto le hacía más libre. Llegaba de un país moderno, democrático y abierto, a diferencia de España que estaba en las postrimerías de la dictadura franquista. Esto impactó a los culés y a toda la sociedad catalana. Sus ideas, sus pensamientos, su filosofía futbolística deben permanecer como eje central del futuro Barça. Porque de esta manera se ha conseguido llevar al Barça en la cima del fútbol mundial, tanto en el número de títulos como en la calidad del fútbol practicado. Y con datos y números, es fácilmente corroborable. La singularidad del Barça viene dada por la identidad que aportó Cruyff en el 1973 cuando llegó como un jugador moderno en país muy antiguo (políticamente hablando) y, sobre todo, cuando regresó como entrenador y cambió la mentalidad de una afición y de todo un pueblo. Otra máxima recomendable de aplicar en todo momento es la pregunta ¿qué haría Cruyff en esta situación? Es imposible acertar siempre la decisión que tomaría una persona con la que ya no te puedes comunicar, pero, dependiendo del resultado, vas a ver si te has acercado más o menos. Pep Guardiola, el gran discípulo de Johan, ha manifestado en diversas ocasiones la formulación de la pregunta ante situaciones comprometidas del paradigmático mundo del deporte, en concreto, del fútbol. Y podemos decir que no le ha ido nada mal, de hecho, a día de hoy, es uno de los entrenadores más reputados del mundo del fútbol y lo ha ganado -casi- todo. El legado de Johan va más allá. Traspasa cualquier frontera. Su filosofía de juego es copiada por nuevos grandes clubes que quieren aspirar a llegar a lo más alto, pero tienen un problema. No hay cantera, sólo hay cartera. El Dream Team que hace 25 años conquistó Europa y ganó 4 años seguidos la Liga española, lo hizo con jugadores como Albert Ferrer, Sergi, Pep Guardiola o Guillermo Amor como bandera, todos ellos formados en La Masía. La expansión de todo lo que representa el holandés volador es un claro ejemplo de su importancia. Sin él, hoy, el fútbol sería un deporte distinto. Y Cruyff, desde allí arriba, sonríe cuando ve partidos como el de la remontada ante el PSG con el Barça jugando con un 3-4-3 o cuando ve jugadores de la casa como Sergi Roberto que se convierten, a base de trabajo y esfuerzo, en mitos de todo un club. Estos detalles y la aplicación de su manera de entender el fútbol son el mejor homenaje que le podemos hacer al Flaco. Y, evidentemente, cualquier estatua o renombramiento de estadios (nuevo Miniestadi y Amsterdam Arena) será bienvenido. Porque Cruyff se lo merece todo y más, nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos. Una vez más, gracias Johan.

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