dissabte, 31 de desembre del 2016

Un sistema obsoleto

La asamblea general del Futbol Club Barcelona, más conocida como la asamblea de compromisarios, es el organismo supremo de gobierno del club blaugrana. Sus acuerdos son vinculantes para todos los socios y, también, para la Junta Directiva. Los miembros que conforman la asamblea son, actualmente, unos 4500. La mayoría de ellos son escogidos por sorteo y tienen un mandato de dos años, pero cabe añadir que también forman parte los 857 socios más antiguos del club, los presidentes de las federaciones territoriales de las peñas, los miembros de la propia Junta, los 7 expresidentes y los miembros de la Comisión económica y la de la disciplina. La mayoría de los miembros superan la barrera de los 50 años de edad y viven en la ciudad de Barcelona o en el área metropolitana. Hemos podido comprobar y corroborar, en las dos últimas asambleas, que el sistema ha quedado obsoleto. En los turnos de palabara, unos socios agradecen que no se suba el precio del abono (aunque no sea del todo cierto), otros se quejan del elevado precio de los sándwiches en el Camp Nou y es (casi) imposible que la directiva pierda una votación por mucho Qatar que haya de por medio; los turnos de palabra se han convertido en un sainete. Los nombres de Pep Guardiola o Johan Cruyff son tabúes e incluso pueden llegar a ser abucheados y repudiados si se pronuncian y, por contra, los de Núñez o Sandro Rosell son aceptados sin reparo alguno. A medida que avanza la tarde los asistentes se impacientan, porque el partido del Barça, que es lo que al fin y al cabo importa, está más cerca de empezar. Añadiendo la escasa capacidad comunicativa del actual presidente de la entidad, Bartomeu, hace imposible ver el final de una asamblea con todos los miembros presentes. Algo que también podríamos trasladar a lo que pasa en el estadio durante el final del partido, pues Este aspecto, podemos decir, que forma parte de la peculiar genética del culé. Es cierto, que la fuerte estructura democrática del Barça es envidiada por el 99 por ciento de clubes de todo mundo, pero si se quiere ser el mejor club del mundo (en todos los aspectos) es necesario pulir taras, como esta, que llevan al ideario club más cerca de un escenario de teatro que del césped de un estadio de fútbol. Se han puesto decisiones muy trascendentes para la historia del club, como la acción de responsabilidad hacia la Junta de Joan Laporta o el denigrante pacto con la Fiscalía en el caso Neymar, en manos de una minoría no representativa de la masa culé. Y para finalizar, el ejemplo que confirma la decadencia de la asamblea es la anticuada manera de executar cada votación. Es necesario levantar, como mínimo, durante un par de minutos una cartulina rectangular; azul con un SÍ o una de roja con un NO, para procesar la votación. Como si se tratara de votar el delegado de clase o el presidente de la comunidad. En pleno siglo XXI, donde se puede identificar a una persona por su retina, ¿no existe un sistema electrónico más rápido, eficaz y simple? Ahí lo dejo.